Quiero que conozcan nuestra cultura y nuestro compromiso con la conservación a través de mi arte.
- Comunicaciones COOPBAM
- 20 jun
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“Quiero que conozcan mi cultura a través de mi arte”, dice Teresa mientras sostiene entre los dedos una pulsera hecha de semillas de huayruro. “Cada pieza, cada diseño, es un pedacito de nuestro legado. En ella decimos mucho: nuestras costumbres, nuestras tradiciones y, sobre todo, el amor por la naturaleza”.
Teresa no solo cultiva cacao ni solo crea artesanías. Teje identidad, bosque y comunidad desde su parcela y desde sus manos. Su historia representa a muchas mujeres del Bosque de Protección Alto Mayo que, a través del acompañamiento de organizaciones como COOPBAM, han encontrado en la agricultura sostenible y en la revalorización cultural un camino de empoderamiento y resiliencia.
“Antes no sabíamos mucho sobre cómo cuidar la tierra. Yo no cultivaba cacao, pero desde que entré a la cooperativa he aprendido sobre la producción orgánica. Ya no usamos químicos. Todo es natural, y la producción ha mejorado”, cuenta con una sonrisa mientras camina entre las sombras de su parcela modelo.
A través de las capacitaciones de COOPBAM, Teresa entendió que la agricultura no es solo una actividad económica, sino también una forma de conservar el entorno. “Habíamos perdido un poco el rumbo, pero ahora hemos recobrado conciencia para ser nuevamente esos guardianes que necesita nuestro bosque”, reflexiona.
Pero su transformación no se limita al cultivo. Desde hace años, Teresa crea collares, aretes, llaveros y pulseras con semillas de achira, tuju, leucaena y huayruro. Lo aprendió sola, observando la naturaleza y experimentando. “Yo misma inventé todo esto”, dice con orgullo. Para ella, el arte es una forma de transmitir valores y memoria colectiva. “Quiero que, al llevar una de mis artesanías, te lleves también un pedazo de nuestra historia. Que sientas que nosotros todavía cuidamos y celebramos lo nuestro”.
Su papel como mujer en esta transformación ha sido fundamental. Durante mucho tiempo, los espacios de formación agrícola estaban dirigidos casi exclusivamente a los hombres. Hoy, Teresa participa activamente en talleres y charlas sobre producción, derechos y liderazgo femenino. “Estoy contenta porque ahora nos toman en cuenta. Eso nos ayuda a todas. Yo quiero que más mujeres vengan, que aprendan, que sepan que también pueden liderar”.
La historia de Teresa es un testimonio vivo de cómo la conservación puede ser parte del tejido cotidiano de una comunidad. En su hogar, todos están comprometidos con la restauración del suelo y la protección del bosque. “Es importante conservarlo, no solo por nosotros, sino por los hijos que vendrán”, afirma con convicción.
Su sueño es tan claro como inspirador: seguir creciendo como mujer, como productora de cacao y como artesana. Garantizar que su familia viva bien, sin carencias, y que su cultura siga viva en cada hilo, en cada semilla, en cada árbol que ayuden a conservar. En Teresa, el bosque tiene una aliada. Y la cultura, una guardiana.
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