Marleny Soberón: “Quiero ser ese empujoncito para ellas”
- Comunicaciones COOPBAM
- 20 jun
- 2 Min. de lectura

¡Hola! Me llamo Marleny Soberón, aunque en mi comunidad muchos me conocen como doña Marly. Soy caficultora, madre, emprendedora y también presidenta del comité de mujeres de la COOPBAM, el CODEMU. No siempre supe que podía liderar, hablar en público o proponer ideas. Tenía la capacidad, sí, pero me faltaba ese empujoncito, como decimos, para creer en mí y vencer el miedo al qué dirán.
“Hay temores que nos hacen reprimir nuestras ideas”, digo siempre, porque lo viví. Como mujeres, muchas veces sentimos que nuestras opiniones no encajan en los espacios donde históricamente han decidido los varones. Pero eso ya está cambiando. Ahora alzamos la voz, nos formamos y somos parte activa de la caficultura y de las decisiones que nos afectan.
Mi vida ha estado siempre ligada al café. Es un legado familiar, pero también una elección. Aprendí que cultivar café no es cuestión de género. Desde que asumí el rol de liderar el CODEMU, he luchado para que se reconozca el valor del trabajo de las mujeres en este rubro. “Nuestro esfuerzo y participación ahora es notable en la calidad de nuestros cafés”, digo con orgullo. No buscamos quitar protagonismo a nadie. Queremos lo justo: que se valore lo que aportamos, porque el trabajo en equipo, con hombres y mujeres por igual, es lo que hace fuerte a nuestra cooperativa.
Gracias a COOPBAM, no solo he crecido como caficultora, sino también como emprendedora. Hoy, además del café, desarrollo mi marca personal, El Pecado, donde elaboro cócteles con frutas amazónicas como el aguaje y la cocona. “Gracias a la cooperativa, recibí apoyo para desarrollar mi marca y darla a conocer a través de redes sociales”, explico con entusiasmo. Me emociona saber que, con cada sorbo, la gente prueba un poco de nuestra selva y de nuestra historia.
Pero mi labor no termina ahí. He impulsado capacitaciones para que más mujeres mejoren la calidad de su café y diversifiquen sus ingresos. Turismo comunitario en la laguna Onercocha, bordados, tejidos… todo suma. “Nosotras no solo cultivamos café, también tejemos redes de apoyo”, afirmo con convicción. Aprendemos, compartimos y luchamos por nuestro derecho a decidir y ser valoradas.
Antes, ni siquiera nuestro voto contaba en casa o en las reuniones. Hoy eso ha cambiado. “Ahora sabemos que tenemos derechos y que nuestra opinión es importante.” Esa seguridad, que antes no tenía, la he cultivado igual que mis cafetales: con esfuerzo diario, cuidado y acompañamiento.
Mi sueño es ver a más mujeres formándose, tomando decisiones, liderando. “Queremos que las mujeres sean protagonistas de su propio destino”, digo, porque lo creo profundamente. No solo en la caficultura, sino en cada rincón de su vida. Ese empujoncito que un día me impulsó, quiero hoy dárselo a otras. Porque cuando una mujer se levanta, transforma su familia, su comunidad y su historia.
Opmerkingen